Repeticiones de palabras (I): cómo detectarlas

En mi experiencia como mentora y correctora, he aprendido que pocos errores dan tanta rabia a un escritor como que se le cuele dos veces la misma palabra en una oración, un párrafo o (dependiendo de la palabra en cuestión) en una página o capítulo, y que toda su riqueza léxica se vea arrastrada por el fango.

Las expresiones que se repiten son el enemigo número 1 de cualquier escritor.

Y lo peor de todo es la cara de tonto que se te queda cuando otra persona las pilla al vuelo, en un texto que tú has repasado cuarenta mil veces. «Utiliza sinónimos», te dirá con toda su buena fe. «Hay un diccionario buenísimo para eso», añadirá a continuación con intención de ayudar, como si tú no tuvieras la pestaña de WordReference, y hasta la app, abiertas 24 horas al día.

Porque, asumámoslo: el problema con las repeticiones no es que no poseas un vocabulario lo bastante variado. El problema es que tus neuronas, en pleno arrebato creativo, no se dan cuenta de que te repites.  Y después, en esas cuarenta mil relecturas para mejorar el texto, acabas trillándolo tanto que ya ni ves, literalmente.

Si tú también estás hasta el moño de las repeticiones, pero por más que te esfuerzas en detectarlas «no las ves», esta entrada en mi blog es para ti.

Pero comencemos por el principio: aunque no seas del todo consciente de ello, en el momento en que lees un texto más de una vez, le estás dando a tu cerebro las herramientas para forjarse una imagen mental de dicho texto. De ese modo, durante una nueva relectura, ya ni siquiera necesitará fijarse en los elementos que lo componen, sino que le bastará con ANTICIPARLOS para saber lo que pone ahí. Para que te hagas una idea: cuando relees un texto, tu cerebro no LEE, como tú crees que hace, sino que RECITA de memoria, adelantándose a aquello que ya le suena.

Muchos de mis alumnos me dicen: «Érika, es que yo leo y leo y leo cien veces el mismo texto y no logro detectar todas esas repeticiones que luego tú me señalas tras apenas un vistazo». Y no se dan cuenta de que la clave es justo esa: no se trata de leer muchas veces. SE TRATA DE LEER DISTINTO. Romper la imagen mental que el cerebro se ha creado del texto y obligarlo a prestarle toda su atención, como si lo estuviera leyendo por primera vez.

Y hay tres formas de lograrlo:

  • LEE EN VOZ ALTA: tus ojos son traicioneros, y cuanto antes lo sepas, mejor. De acuerdo, es cierto que ellos te han traído hasta la escritura y que les debes muchas cosas y muy buenas, pero también han sido ellos los que te han metido en este embolado de las repeticiones. ¿Recuerdas lo que acabo de explicarte acerca de que el cerebro anticipa sin leer realmente? Pues los primeros culpables son tus ojos, que en muchos casos «leen lo que quieren leer». En cambio, tus oídos, mucho menos habituados a la lectura, van a permanecer alerta frente a esos detalles que los ojos pasan por alto. Un sonido repetido capta mucho mejor la atención de tu cerebro que una imagen —en este caso, la de una palabra escrita— repetida. Así que, siempre que corrijas tu texto, dedica al menos una de las revisiones a leerlo en voz alta.

 

  • MODIFICA LA TIPOGRAFÍA: la lógica detrás de este recurso es idéntica a la anterior. Lo que buscas es romper ese automatismo del que te hablé, que tus ojos y tu cerebro dejen de reconocer el texto a la primera y que no den por sentado lo que en él se dice. Necesitas mostrarles a tus sentidos un texto que les resulte nuevo, no en el contenido, sino en la forma, y una manera muy útil y sencilla de conseguirlo es sustituir la tipografía original por otra diferente. ¿Que has escrito tu texto en Times New Roman? Prueba ahora a leerlo en Arial, o a la inversa. Así, ese texto que tenías tan interiorizado se te antojará distinto, tendrás que leerlo más despacio para extraer todo su significado, y podrás ver las repeticiones más fácilmente.

 

  • CAMBIA DE DISPOSITIVO O DE FORMATO: en línea con lo anterior, un truco muy utilizado, y que me consta que también es muy útil, consiste en pasar tu manuscrito a otro dispositivo, o incluso imprimirlo en papel (y si además lo haces después de modificar el tipo de letra, ya te llevas un 2×1). Aunque pueda parecer ridículo, el papel nos ayuda a ver con más claridad que la pantalla, ante la que hemos invertido tantísimas horas. Pero, si no quieres llevarte por delante al medio ambiente, cosa muy poco recomendable, también puedes enviar el manuscrito a tu libro electrónico, a una tableta o incluso leerlo en el móvil. En cualquiera de los casos, descubrirás errores que hasta ahora habías omitido, entre ellos, las temidas repeticiones.

Pero, si todo esto no te parece suficiente, aún puedes hacer algo más para evitar las repeticiones:

  • UTILIZA UN SOFTWARE QUE TE AYUDE: algunos autores, como Javier Peñas, han estudiado a fondo la cuestión de las repeticiones y han optado por buscarse aliados tecnológicos en la batalla contra ellas. Por ejemplo, Javier propone utilizar Excel para contar el número de veces que cada palabra aparece en un texto. Esto no va a resolver el problema por sí solo, ya que muchas de las palabras que se repetirán lo harán por un motivo lingüístico de peso (preposiciones, determinantes, conjunciones…), pero sí arrojará una primera información que luego tú podrás seleccionar y valorar con vistas al siguiente paso:

 

  • ELABORA LISTAS CON TUS PALABRAS Y EXPRESIONES FETICHES: todos tenemos palabras y frases que, bien porque nos gustan, bien porque se encuentran muy activas y presentes en nuestra memoria (ya está otra vez el cerebro haciendo de las suyas…), tendemos a usar más que otras. De hecho, si has llevado a cabo el paso anterior, habrás podido identificar algunas de ellas. En el momento en que las tengas localizadas, no las obvies ni te confíes: brotarán una y otra vez, como hongos, donde menos te lo esperas. Por ello, mi último consejo consiste en que las anotes todas en una única lista, para que luego puedas rastrearlas una por una mediante el buscador de Word o del procesador de textos que emplees. Muchas veces, los escritores se quejan de que no pueden ubicar las repeticiones de un modo rápido e intuitivo porque desconocen cuáles son las palabras que más repiten, así que esta es una manera bastante eficaz de neutralizar las más «machaconas».

 

En el próximo artículo del blog hablaremos acerca de la segunda parte de la película: no, me temo que aún no ha terminado. Tan importante como detectar las repeticiones es saber corregirlas. Pero de ello hablaremos largo y tendido próximamente. Hasta entonces, te invito a que pongas en práctica todo lo aprendido aquí; estoy segura de que te sorprenderán los resultados. 😉 ¡Nos leemos!