Cómo se documenta un escritor (sin morir en el intento) – Parte I

¿Has oído hablar alguna vez de la ILUSIÓN DE VERDAD?

Quizá el nombre no te suene, pero te garantizo que, como lector, la has experimentado de primera mano en más de una ocasión.

La ilusión de verdad hace referencia al pacto implícito que se establece entre el lector de una obra y su autor, de tal forma que el primero se compromete a CREERSE todo lo que el narrador le cuenta (aunque sea consciente de que está ante una historia y unos personajes ficticios…), mientras que el segundo se responsabiliza de ponerle las cosas lo bastante fáciles como para que SE LO CREA.

Como escritor, la ilusión de verdad es tu recurso más potente, tu principal objetivo, tu Santo Grial…

Y no puedes permitir, bajo ningún concepto, que esta se venga abajo, puesto que, en el momento en el que la burbuja se rompa, habrás perdido por completo la confianza del lector y no volverás a recuperarla.

¿Cómo mantener la ilusión de verdad?

Entre otras cosas, llevando a cabo una documentación exhaustiva y eficaz. Es decir, investigando y recabando información específica sobre todos los aspectos de tu historia con el fin de que esta resulte lo más creíble posible. ¿Has oído alguna vez eso de que las mentiras, para que otros se las crean, deben estar provistas de detalles verdaderos? Pues no hay una mentira más grande, ni mejor mantenida, que la ficción literaria…

Ahora bien, eso de documentarse, que a priori parece sencillo de entender, puede acabar convirtiéndose en una auténtica batalla campal «escritor vs. realidad», en la que lamento decirte que siempre tenemos las de perder, a no ser que te enfrentes a ella siguiendo un método sistemático y ordenado.

Y ese método sistemático y ordenado de documentarse es…

No existe. ¡TACHÁN! No, es broma… Pero lo que sí es cierto es que no existe un solo método, sino tantos como escritores en el mundo (y somos unos cuantos). Yo voy a exponerte cuál es el mío, con algunos trucos de mi propia cosecha, pero debes tener claro que cada novela presenta unas exigencias diferentes, y también que tú deberás buscar el que mejor te funcione a ti.

 

-PASO 1: ANALIZAR LAS NECESIDADES-

Antes de empezar, debes elaborar una lista de los temas de los que más información vas a necesitar a la hora de ambientar o caracterizar tu novela. Esto, evidentemente, depende mucho de la historia, de los personajes, del género en el que te muevas y de la época/lugar en los que esté ambientada la novela. Tendemos a pensar que las novelas históricas son las únicas que requieren de documentación previa, pero, aunque es verdad que suelen conllevar un esfuerzo extra, cualquier novela va a presentar sus propias demandas. Algunos temas recurrentes de los que tendrás que investigar son:

  • El contexto sociohistórico
  • El lugar en el que se desarrolla la trama (con todo lo que eso implica, más allá de los paisajes o las calles: costumbres, clima, gastronomía, idioma…)
  • La profesión de los personajes y cómo esta moldea su día a día
  • Cuestiones propias del género narrativo. Por ejemplo, si escribes novela policíaca, probablemente deberás saber acerca de mentalidad criminal, términos forenses, cómo se llevan a cabo asesinatos, etc. Para novelas de ciencia ficción, quizá necesites conocimientos sobre física, sobre el universo…

Recuerda que, en este primer análisis, lo mejor es que te quedes con los temas «gordos». Los detalles, mejor para más adelante, incluso a medida que esboces el manuscrito. No pretendas empacharte de golpe de todas las características de la sociedad victoriana ni leas sin ton ni son todo lo que te encuentres. En primer lugar, porque es imposible abarcar en un primer vistazo toda la información que puede serte útil, y en segundo, porque perderás muchísimo tiempo leyendo cosas que quizá no te aporten nada y no podrás dedicarlo a lo que en verdad te interesa: sentarte a escribir.

 

-PASO 2: RECURRIR A LAS FUENTES-

Una vez que tienes claro acerca de qué necesitas investigar, debes realizar una búsqueda, lo más amplia posible, de todos los recursos a tu alcance en los que puedes encontrar información sobre esos temas. Y sí, Google es una fuente invaluable, pero ni es la única ni siempre es la más fiable…

De nuevo, las propias características de tu obra determinarán en buena medida cuáles son las herramientas más beneficiosas para ti; si estás escribiendo una novela ambientada en el siglo XVI, tendrás que plantearte una visita al archivo de tu ciudad. Para una historia contemporánea ambientada en Sudáfrica, puedes ponerte en contacto con su embajada en tu país y solicitar —amablemente y explicando tus motivos, claro— información práctica sobre la vida diaria y los asuntos políticos. Si tu protagonista tiene alguna discapacidad, puedes visitar alguna fundación y tratar de entrevistarte con personas en sus mismas circunstancias. Tal vez de primeras creas que, además de un considerable esfuerzo, todas estas propuestas suponen «echarle mucho morro», pero lo habitual es que, si haces gala de una actitud respetuosa, en la mayoría de los casos se mostrarán encantados de ayudarte. ¡A la gente suele hacerle ilusión eso de colaborar en la creación de una novela! Eso sí, no olvides nunca mencionarlos en los agradecimientos al final del libro o incluso regalarles algún que otro ejemplar como señal de gratitud.

Vamos a hacer un repaso rápido de las fuentes más valiosas a las que puedes —y debes— acudir a la hora de documentarte:

  • Bibliotecas, archivos, hemerotecas, asociaciones culturales… En definitiva, cualquier lugar donde puedas encontrar la bibliografía que necesitas sobre el tema que te interesa.
  • Museos, exposiciones, galerías de arte.
  • Revistas de divulgación, guías de viajes, folletos.
  • Páginas web, diccionarios etimológicos y enciclopedias online (y no, no solo de Wikipedia vive el escritor… De hecho, lo más recomendable es que contrastes cualquier dato que encuentres en internet antes de mencionarlo en la obra).
  • Embajadas, consulados y oficinas de turismo.
  • Entrevistas con personas reales o con expertos en la materia.
  • Visitas in situ. Google Maps es el invento del siglo, en eso estamos de acuerdo, pero no hay nada que se parezca a ese momento en el que pones los pies en el lugar que has escogido para ubicar tu novela y sientes la energía que te transmite, los olores, las texturas, los sonidos… ¿Recuerdas lo que te dije al principio acerca de que las mentiras son más creíbles cuando van acompañadas de detalles? Pues déjame apuntar algo más: si esos detalles son de tipo sensorial, habrás logrado no solo que el lector se crea tu historia, sino transportarlo a ella. Y eso es lo mejor que les puede pasar a ellos… y a ti.

 

En el próximo artículo del blog seguiremos desgranando los pasos básicos para documentarte, y te dejaré, además, algunas pautas sobre cómo usar de forma óptima toda esa información en tus novelas. Hasta entonces, te invito a que vayas tanteando el terreno para que le pierdas el miedo a investigar. Te sorprenderá lo gratificante y productivo que puede llegar a ser. 😉 ¡Nos leemos!